Abrir este rincón trianero y encontrarme con la razón de mi vida es motivo suficiente para decirle Sr. Ramírez que, de todas las entradas que ha dejado, ésta es para mí la más bonita con diferencia.
También le digo que mi amor por Ella es inabarcable, y que estoy perdida en la negrura de sus ojos para siempre. Porque Ella es el motor que impulsa mis días y que sin Ella, nada tiene sentido para mí.
Gracias por este homenaje a la Vecina de la calle Larga.
He de rezarte una Salve y no sé el modo capaz de poner a tus plantas tanta vida como corre por mi sangre agradecida, caudal de amor que en tu vientre desemboco.
Sentir tu barrio soñando cada esquina en la inmensa primavera de tu rostro, y cruzando mi mirada con tus ojos volver de nuevo a aquella tarde herida: peso de ángel tu ser sobre mis hombros, peso frágil de nido y niña tu barbilla.
Tengo que rezarte una Salve y no sé cómo, queriendo a tu memoria rescatarle la huella más remota, los más viejos rescoldos de mi historia y mi raiz sobre tus calles. Y te hallo atenta, amor, cuando te imploro, a ese ayer de mi gente en tu paisaje.
Porque mejor que una salve… es una nana, pues te encuentro en el origen de mi gozo, en mi antiguo parentesco con Santa Ana, en la madre a la que rezan mis piropos, en el aire que lleva tu nombre: Esperanza y en la cuna de donde venimos: Triana
Abrir este rincón trianero y encontrarme con la razón de mi vida es motivo suficiente para decirle Sr. Ramírez que, de todas las entradas que ha dejado, ésta es para mí la más bonita con diferencia.
ResponderEliminarTambién le digo que mi amor por Ella es inabarcable, y que estoy perdida en la negrura de sus ojos para siempre. Porque Ella es el motor que impulsa mis días y que sin Ella, nada tiene sentido para mí.
Gracias por este homenaje a la Vecina de la calle Larga.
Un abrazo de Esperanza
Elena
He de rezarte una Salve y no sé el modo
ResponderEliminarcapaz de poner a tus plantas tanta vida
como corre por mi sangre agradecida,
caudal de amor que en tu vientre desemboco.
Sentir tu barrio soñando cada esquina
en la inmensa primavera de tu rostro,
y cruzando mi mirada con tus ojos
volver de nuevo a aquella tarde herida:
peso de ángel tu ser sobre mis hombros,
peso frágil de nido y niña tu barbilla.
Tengo que rezarte una Salve y no sé cómo,
queriendo a tu memoria rescatarle
la huella más remota, los más viejos rescoldos
de mi historia y mi raiz sobre tus calles.
Y te hallo atenta, amor, cuando te imploro,
a ese ayer de mi gente en tu paisaje.
Porque mejor que una salve… es una nana,
pues te encuentro en el origen de mi gozo,
en mi antiguo parentesco con Santa Ana,
en la madre a la que rezan mis piropos,
en el aire que lleva tu nombre: Esperanza
y en la cuna de donde venimos: Triana
(Fragmento de un Pregón de Semana Santa)