domingo, 29 de noviembre de 2009

Un caballo llamado Pujavante.

Mucho antes que el Cristo de las Tres Caídas subiese el Altozano guiado por un romano -dicen que de la Cava- a lomos de un brioso corcel, o antes que Caracoles hiciese famoso a su caballo por soportar su corpachón en días de romería rociera, e incluso antes de que el caballo de Juan Belmonte se volviese loco y se suicidase dándose un cabezazo contra la reja de hierro de una ventana, hubo en Triana un equino de esos que hacían temblar de envidia al mismísimo caballo del Espartero, ese que tiene estatua en Madrid, con sus atributos incluidos.

Pujavante era su nombre. Vivía en una covacha, en los primeros soportales de la calle.

Percherón y alazán, Pujavante era fuerte como un roble. Era el caballo que se encargaba de ayudar a las mulas que tiraban del tranvía a subir la pesada cuesta del Altozano hasta embocar el Puente. Ese era su cometido y era todo un espectáculo.

Pero como todo lo bueno de esta vida, aquello se acabó en post de la modernidad y los tranvías de tracción animal se cambiaron por unidades eléctricas. El destino de Pujavante pudo ser el de caballo de picaor, quien sabe, y terminar sus días con el vientre cosido a puñaladas por un cornúpeta y con las tripas desparramadas por el albero maestrante. Vaya usted a saber. Lo mismo terminó tirando de un carro de escombros o acarreando barro del río para los artesanos del barrio.

A Pujavante lo sustituyó la electricidad, esa que tantos disgustos dio a la salida del Puente, como muestran las imágenes de pocos años más tarde.

De la mano de Rafael Laffón traemos este delicioso texto, recogido en el libro de Emilio Jiménez Díaz "Sevilla y sus tranvías".

Pujavante, un percherón trianero.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Pa Madrí oro y corona...

"Pa Madrí oro y corona

que yo me quedo en Triana

aunque de noche no coma".

(soleá popular)


viernes, 16 de octubre de 2009

Chicotá al Cielo


Por Ricardo Martos Rojano

(Para Isidro, In Memoriam)


Prisa por irte, tenías,

para estar junto a tu Cristo

antes de lo previsto,

Él te dijo: ¿estás listo?

“estoy listo Señor.”

“Pues vete a la priostía

que hay en tu corazón.

Tú fuiste mi costalero,

tú, que fuiste mi aguador,

a mi lado yo te quiero.”

“Recoge todo el amor

que sembraste por Triana,

del Zurraque hasta el Tardón,

del Tardón hasta Molviedro

de Molviedro hasta Nervión.”

“Coge el costal, de nuevo,

ve al palo, mete riñón,

que, esta llamada al Cielo,

es para un hombre bueno

Torri de mi corazón.”

miércoles, 30 de septiembre de 2009

De candados y cerrojos mentales.

Por José Manuel Ariza.
Saludos.
Marco Tulio Cicerón, dixit: de todos es errar; sólo del necio perseverar en el error.
Una de las más dolientes lacras de la sociedad que nos toca vivir es la supina estupidez, necedad si nos remontamos al romano, de contemplar la capacidad sin límites de imitar modelos vanos, insulsos y vulgares hasta lo insoportable.
Modas alienantes e insípidas, en un mundo que progresa, por igual, en lo profundo y en lo insustancial, en lo solidario y en lo egoísta, en lo sublime y en lo abominable.
Un mundo en que los medios técnicos permiten alcanzar conocimientos tales que mirando a nuestros antepasados de hace solo cincuenta años, nos descubren como generaciones espaciales, universales, a tal distancia del pasado que resulta dudoso pensar que hace tan poco, tan sospechosamente poco, apenas teníamos radio.
Las técnicas perfeccionadas que te enseñan el mundo todo, en segundos, a través de una pantalla de ordenador. Y te enseñan el mundo y todo lo que contiene. Lo bueno y lo malo.
Puedes saber, navegando y en instantes, que en Pécs, Hungría, pude ver esto:
Y esto:
Pero concedamos que sea una costumbre local de la misma forma que en Sofia, Bulgaria, vi que colgaban cintas con promesas de amor:
Soy generoso y admito que cada pueblo tiene sus costumbres, que las sigue y conserva como puede y que es muy digno preservar el legado de los antepasados.
No me convence tanto, por el contrario, importar costumbres traídas por los pelos, a fuerza de querer ser originales cuando casi todo está ya inventado. La noche de Halloween, las hamburguesas, la gorras al revés, los pantalones inmensos y caídos…
Y mil cosas que nada o poco aportan a una cultura milenaria, creadora de mitos y leyendas, maestra de la civilización occidental que ahora, en una falsa reciprocidad, termina invadida de los bárbaros y su liviana imaginación.
En Florencia, justo a la entrada de la Gallería degli Uffizi, me encuentro con:
Y cuando malamente he superado el espanto, camino hacia el Ponte Vecchio, a pocos metros, joya histórica sobre pilares, para encontrarme con:
Y esto:
Y esto:
Solamente un par de días después de que los responsables municipales hubieran hecho la limpieza semanal.
Y cuando piensas que aún quedan sitios liberados del vandalismo, te pasas por el Puente de Triana, nuestro puente de hierro y piedra obra de Eiffel, el que nos liberó de las barcazas medievales, y encuentras que los originales muchachitos que han visto demasiada televisión y se han quedado en la pantalla, pretenden, graciosos ellos, demostrar sus amores de la manera más extrovertida que se les ocurre: la que han inventado otros.
Porque cuando no tienes imaginación para crear tus mundos, debes vivir de prestado con los que te ofrecen los vendedores de trivialidades.
Cuidaros.

martes, 22 de septiembre de 2009

El puente libre de candados, ¿para cuando los bancos?

Ya está el Puente liberado de los dichosos "candaitos". Todos han -hemos- colaborado para desfacer el entuerto. La solución ya fue apuntada en Trianerías; unos buenos cortafríos en las manos de un par de operarios...ya sólo falta que le vuelvan a poner sus bancos...

jueves, 10 de septiembre de 2009

Libros mugrientos.

Hoy se ha hecho patente en cualquier centro educativo de Triana. Hoy ha comenzado el curso escolar bajo las directrices de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía.

Hoy los niños trianeros han salido del colegio con un montón de libros usados bajo el brazo. Unos, los menos, en buen estado, otros con un lamentable aspecto. Libros de apariencia desagradable. Libros que si se echarán en una porquera, los cerdos saldrían vomitando.
Qué pena.

Es un paso atrás en el sistema educativo. Otro paso más hacia atrás.

Este que suscribe es hijo de un humilde trabajador, tan humilde que no podía llevar a su familia de vacaciones, pero tan grande que compraba a sus hijos cada año sus libros escolares. Y el mismo caso se repetía en miles de familias trianeras. Estábamos en la dictadura, con ausencia de libertades, con los trabajadores sometidos al caciquismo del empresario y del patrón...pero todos los niños estrenaban cada año sus libros.

Libros nuevos con el peculiar y maravilloso olor del papel recién imprimido. Libros nuevos preparados para ser abiertos por primera vez por pequeñas manos infantiles. Libros donde se descubría todo el universo del saber sobre un soporte lleno de inmaculadas fragancias.

Se han cargado el invento.

Hoy no es así. Dicen que no hay mayor injusticia que tratar por igual a los desiguales, y en lugar de facilitarle todos los medios -absolutamente todos- a los más desfavorecidos, tiran por la calle de en medio. Café para todos. En lugar de limpiar los casos sucios, lazan una veladura de mugre sobre el universo. Todos igualados en la miseria.
Ayer dijo un concejal de Izquierda Unida que en Sevilla existe un cáncer dentro de la política de izquierda.
Y yo digo ¿uno sólo?

martes, 8 de septiembre de 2009

Sólo lavar y marcar.

Ya esta nuestra Estrella en las instalaciones de la Cartuja, en terrenos de la Vega de Triana, en el IAPH.
Allí se encontrará con Santa Ana y la otra Virgen que presiden el altar mayor de la Real Parroquia.
Y como si de ir al centro Quesada de peluquería se tratase, están listas para su restauración.
Pero por favor señores técnicos; sólo lavar y marcar ¿eh?

lunes, 31 de agosto de 2009

Kale borroka trianera.


Podríamos jugar al juego de las siete diferencias.
1.-Una foto es en blanco y negro y la otra no.
2.-Casas de una o dos plantas frente a altos edificios.
3.-Pavimento de adoquines en la primera y asfalto en la segunda.
4.-Los cascos de los bomberos.
5.-Los autobuses.
6.-Las mangueras.
7.- Y... las...los... el...(ejem)...bueno nunca se me dieron bien estos pasatiempos.
Y no hay más. Entre una y otra fotografía median setenta y cinco años. Y parece que no ha pasado el tiempo. Nada nuevo bajo el sol.
La violencia callejera siempre presente. Del Puente a Navarra, del Altozano a Gasteiz, de Castilla a Bilbo, de la Cava...da igual. Setenta y cinco años las separan, más de mil kilómetros. Violencia y más violencia. Nadie razona nunca.
1934. Bienio radical-cedista en la II República. Huelga general para golpear al gobierno. La política y los políticos siempre ordenando. A la huelga. -Pero si no trabajo no cobro. -!A la huelga. La libertad siempre coartada por los que mandan. A la huelga. -!Ese autobús esquirol, quémenlo! !Es la huelga! !Viva la libertad! Triana controlada por los piquetes. Gritos, iras, llantos. La alegría de Triana siempre recibiendo puñaladas en el corazón. Siempre por los mismos, siempre mangoneada por cuatro políticos aficionados...aficionados al ciclismo, tanto monta, monta tanto...¿y los que vamos andando?
2009. Que quieren que les diga que ya no sepan. Les aseguro que los vascos y los trianeros son gente noble y cabal...pero en todos lados hay aficionados a la política.
A tragar. No queda otra.

jueves, 27 de agosto de 2009

Un guapetón.

Por José de Velilla.

Aquella noche, después de una copiosa lluvia, había salido la luna, que tan pronto brilla en los claros del cielo como se arrebozaba en los cenicientos y desbandados nubarrones, que huían en precipitada carrera impulsados por el huracán.

La noche estaba temerosa: sonaban las dos de la madrugada en los relojes de la Catedral y del Ayuntamiento de Sevilla, y yo me dirigía a mi casa (y de ustedes) a paso gimnástico, para ganar el tiempo que me habían hecho perder los aguaceros, obligándome –desprovisto de paraguas e impermeable- a esperar, refugiado bajo los dinteles de una puerta cerrada, a que cesara la lluvia y disminuyesen los arroyos de las calles.

Al desembocar en una de éstas, que apenas mediría de tres a cuatro metros de anchura, vi en medio de ella a un hombre alto, seco, con pobladas patillas a lo contrabandista, sombrero cordobés derribado sobre el cogote, y capa sujeta al hombro izquierdo, arrastrándole por el suelo lo demás del paño. Blandía mi hombre una navaja descomunal con honores de machete o sable, y con ella dibujaba en el aire tajos y reveses y daba tremendas puñaladas en las paredes de uno y otro lado. Animábase en estos ejercicios recitando en voz alta, enronquecida por el zumo de uva o leche de parras, y con lengua torpe y trapajosa, el invariable monólogo del perfecto borracho.

Como mi paso por la calle era forzoso, y temí algún desaguisado me paré en la esquina con la esperanza de que siguiera su camino, si por ventura seguía alguno aquel adorador de Baco y discípulo de Marte, y entretúveme en escuchar sus discursos.


-Por aquí no pasa naide, decía él, hablando sólo y haciendo milagros para guardar el equilibrio. ¡Olé, vivan los valientes! Pa guapo yo…y la gente e mi barrio, la gente e Triana…Allí toos semo unos barbianes. Estos señoritines e Sevilla, ni sirven pa náa, ni valen pa náa…!Viva la mare que me echó ar mundo, y viva yo, y lo valiente que soy!
Y acreditándolo con los hechos, descargó una terrible puñalada sobre la pared, que estaría reblandecida por la lluvia, pues cayó al suelo un montoncillo de escombros.
-¡Josún…! Exclamó el beodo, admirando su propia hazaña y el desconchado, y desclavando el navajón. ¡Josún…! ¡Si esto lo jago con un cuerpo e ladrillo, qué no jaría con un cuerpo e carne e verdá! ¡Que vengan guapos!...!Náa, que por aquí no pasa naide sin que lo moje!...Na más que la gente er barrio, los trianeros, porque los valientes nos ebemos respeto…!Ole ya, y viva mi barrio!
En esto, al dar un enorme traspiés, deslizáronsele al suelo, sin que lo advirtiera, sombrero y capa, quedando esta tendida a lo largo.

-¡Que lo digo, no pasa naide!..., repetía él, con la pesadez del vino. Pero…¿qué burto e jese? dijo, fijándose en la capa y el sombrero. ¿Habré matao a arguno sin sentirlo? Vamos…pos si son una pañosa (1) y un estache… (2) Algún pobrete, viéndome aquí jecho un Francisco Esteban, se habrá esnuáo esa empeimenta pa juí con toa libertá. ¡Náa, que pa valiente yo…y que por aquí no ejo pasá a naide más que a la gente e Triana, a la gente e mi barrio, que e er barrio de los mozos crúos!
Faltándome ya la paciencia, me aventuré a entrar en la calle, pegando mi cuerpo a la pared y empuñando el bastón como arma defensiva. Llegué, receloso, a ponerme enfrente del orador, y cuando yo esperaba que éste me acometiera, vi con asombro que retrocedió y cerró la navaja, diciéndome al propio tiempo:
-¡ Vayasté con Dió, y sin cudiao, que usté va pa er barrio!
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(1) capa (2) sombrero
Fuente; Revista Blanco y Negro 19 de agosto de 1893

domingo, 23 de agosto de 2009

Calentitos para la ola de frio.

Ojú que calor más mala.

Estamos todos asustados con las noticias que nos inundan por doquier. Que si alerta amarilla, que si alerta naranja, que si cuidado con los niños y los ancianos con las deshidrataciones y los golpes de calor... Parece como si en Triana en el mes de agosto nunca hubiese hecho calor.

Pero estas calores son las habituales en estas fechas. Ocurre sin embargo que ya no estamos acostumbrados. Salimos de casa con el aire acondicionado, lo ponemos en el coche, los autobuses son congeladores, las oficinas y comercios no digamos, y claro, el ratito que estamos en la calle nos parece sofocante y más aun con los guantazos que te dan los compresores de los aparatos de refrigeración.

Para refrescarnos y contrarrestar lo anterior traemos a esta barandilla del barrio, la terrible ola de frio que nos invadió en los meses de enero y febrero de 1934.

Cuentan las crónicas que una ola de frio polar procedente del ártico recorrió toda Europa y el norte de América donde se llegaron a congelar las cataratas del Niágara con temperaturas de 3oº bajo cero. En Sevilla padecimos hasta 5º bajo cero.

Las peores consecuencias se pagaban en los duros trabajos de la madrugada del mercado de mayoristas del Barranco junto al Puente de Triana.






Las dos magníficas imágenes anteriores y sus correspondientes "pies de fotos" hablan por si mismas.
Candelas y calentitos eran agradables alivios para un frió que cortaba como cuchillos y se calaba en los huesos y las articulaciones hasta entumirlos.
!Qué frió! ¿No?
Por cierto, hablando de calentitos; es una pena que cada vez menos gente les llame así. El churro está poco a poco ganando la batalla. Por eso desde Trianerías emprendemos la reivindicación de nuestra habla.
Amigos: a la masa frita, en Sevilla y en Triana, se la llama CALENTITOS. De papas o de rueda, pero calentitos, y los locales donde se expenden son calenterías. Déjense de churros y churras, de porras y porros, de jeringos y jeringas.
Sean cultos, sean sevillanos y trianeros, llamen a las cosas por su nombre, y si algún paleto se asombra del término, remítanlo al diccionario
Háganme el favor.

sábado, 22 de agosto de 2009