Hoy los niños trianeros han salido del colegio con un montón de libros usados bajo el brazo. Unos, los menos, en buen estado, otros con un lamentable aspecto. Libros de apariencia desagradable. Libros que si se echarán en una porquera, los cerdos saldrían vomitando.
Qué pena.
Es un paso atrás en el sistema educativo. Otro paso más hacia atrás.
Este que suscribe es hijo de un humilde trabajador, tan humilde que no podía llevar a su familia de vacaciones, pero tan grande que compraba a sus hijos cada año sus libros escolares. Y el mismo caso se repetía en miles de familias trianeras. Estábamos en la dictadura, con ausencia de libertades, con los trabajadores sometidos al caciquismo del empresario y del patrón...pero todos los niños estrenaban cada año sus libros.
Libros nuevos con el peculiar y maravilloso olor del papel recién imprimido. Libros nuevos preparados para ser abiertos por primera vez por pequeñas manos infantiles. Libros donde se descubría todo el universo del saber sobre un soporte lleno de inmaculadas fragancias.
Se han cargado el invento.
Hoy no es así. Dicen que no hay mayor injusticia que tratar por igual a los desiguales, y en lugar de facilitarle todos los medios -absolutamente todos- a los más desfavorecidos, tiran por la calle de en medio. Café para todos. En lugar de limpiar los casos sucios, lazan una veladura de mugre sobre el universo. Todos igualados en la miseria.
Ayer dijo un concejal de Izquierda Unida que en Sevilla existe un cáncer dentro de la política de izquierda.
Y yo digo ¿uno sólo?
Saludos.
ResponderEliminarNo estoy seguro de coincidir contigo.
Veamos: la idea de reutilizar los libros de textos, idílicamente, es muy buena siempre que ésa idea no se quede en el escaparate como parece que ocurre.
Las grandes inversiones del Estado, de las autonomías, no son el desembolso inicial sino el mantenimiento posterior. Eso es lo que cuesta más.
Pero si consideramos que las apuestas tienen una vida corta -cuatro años si el pueblo decide jubilarte-, no es de extrañar que se embalen en una frenética carrera de portadas de periódicos porque, lo saben, pueden tener los días contados.
No obstante, lo que se mueve detrás de las editoriales con los cambios anuales de los contenidos de los textos es... impresionante.
Y las maniobras orquestales en la oscuridad de los representantes de dichas editoriales para "convencer" a un claustro de que opte por sus libros es... alucinante.
Si las fotos que muestras son el resultado de ésa mala política, pues aquel cáncer que decía el de Izquierda Unida es general. Metástasis.
Cuídate.
Divide y vencerás. Esa es la consigna.
ResponderEliminarLa bolsa de basura (libros usados en lamentable estado) que han sacado nuestro niños de los colegios provocan enfrentamientos. Los libros tienen una solapa interior con el nombre del niño que deja en herencia el libro, y claro, el padre que lo recibe conoce al antiguo usuario. El nuevo usuario no culpa a la administración sino al primer poseedor, y éste es un pobre chico de ocho años que no tienen culpa de nada.
La Junta saca pecho al hablar de la gratuidad de la enseñanza, cuando es MENTIRA, porque más del 50% de los libros han de ser abonados y el resto te lo da hecho una piltrafa.
En educación no hay que ahorrar, hay que invertir. Prueba del "ahorro" es el fracaso escolar que nos coloca a la cola de Europa.
Pero claro, muchos padres estarán tan contentos porque se ahorran 120 euros cuando acaban de dejarse una pasta en el veraneo o en la nueva mega, o en la consola, o en la nueva tele de plasma con TDT incorporado, el consumo ya saben.
El estado del bienestar ha dejado a mucha gente en disposición de ese gasto, o mejor de esa inversión en cultura, y si alguien no tiene recursos, a ese, a ese hay que pagárselo todo no una mínima parte.
Pd. Las cervecerías siguen abarrotadas en la Ronda de Triana.
Cuanta verdá hay en lo que dices miarma, toda, que ves ahora los libros de los niños y parece que los han comprao en el rastrillo del Charco la Pava...
ResponderEliminarUn saludasso miarma, y a ve cuando te pasas por la tasca, que tienes una servesita pagá.